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¿Por qué temer?



Recuerdos que reviven en el presente


Hace años, un programa radial titulado "Recordar es volver a vivir" llenaba los hogares con la música del pasado. En ese momento, quizás no comprendía del todo el significado de esa frase, pero hoy puedo afirmar con certeza que es completamente cierta. Si reflexiono sobre quién era en mi adolescencia y quién soy ahora, después de haber entregado mi vida a Jesús, puedo ver claramente las bendiciones que han enriquecido mi camino. Estas memorias avivan en mí el deseo de seguir bajo su guía, dirección y autoridad.


La lectura de la palabra de Dios y el recordar todas las promesas que nos ha hecho, nos infunden vida y nos animan a perseverar en obediencia. Es en estos momentos de reflexión cuando nos cuestionamos: si Él lo prometió, ¿por qué habríamos de temer?


El miedo y el temor son emociones que generan dudas, parálisis, estancamiento e incredulidad en nosotros. Sin embargo, cuando meditamos en la palabra de Dios y la atesoramos en nuestro corazón, nos convertimos en merecedores de cada una de sus promesas.


En Josue 1:7 NTV, encontramos un poderoso mensaje que nos insta a ser fuertes y valientes, a obedecer las instrucciones recibidas y a no desviarnos del camino trazado. Si seguimos estas directrices, nos espera un futuro bendecido en todo lo que emprendamos.


Quiero compartir mi propia historia de fe como ejemplo. Hace 15 años, llegué solo a esta hermosa nación de Canadá con una maleta repleta de ilusiones y tan solo 50 dólares en el bolsillo. Mi situación era precaria, pero hoy, al mirar atrás, puedo afirmar con gratitud: "mi Padre me prometió y mi Padre cumplió". Las maravillas que Dios ha tejido en mi vida son tangibles: un hogar hermoso, una bella esposa, hijos formidables y una familia extendida. Soy una prueba viviente de su amor incondicional.


También puedes leer nuestro artículo anterior: Estoy en un proceso, aún no han terminado conmigo


Recuerdos como estos reavivan la esperanza y la confianza en que Dios cumplirá sus promesas. Recordar es revivir las bendiciones que hemos experimentado y también una fuente de valor para enfrentar lo desconocido.


Entonces, ¿por qué temer? Abrace el poder de la fe, confíe en las promesas divinas y permita que la memoria de sus maravillas le dé la fuerza necesaria para seguir adelante.


Así que, querido lector, te animo a reflexionar sobre tus propias experiencias y a confiar en que el Dios fiel que ha obrado en el pasado, también guiará tu futuro con amor y cuidado. ¡No temas! Recordemos juntos que, con Él a nuestro lado, no hay nada que temer.


Por Wilmer Lopez




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