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TRIGO O CIZAÑA



Aquellos versados en el arte del cultivo saben distinguir entre el trigo y la cizaña. Ambos cultivos parecen idénticos al principio, pero es durante la época de cosecha cuando se revela su verdadera naturaleza. El trigo se doblega bajo su propio peso, mientras que la cizaña permanece erguida. Es en este momento que el agricultor los distingue y los separa; el trigo se elige para convertirse en harina, mientras que la cizaña se descarta.


Al conectar esta narrativa con nuestras conversaciones anteriores, las situaciones difíciles tienen el poder de alinearnos y llevarnos a cumplir nuestro propósito (una prueba de fe o trigo). Por otro lado, también pueden alejarnos, guiándonos hacia estilos de vida que no están en sintonía con dicho propósito (religiosidad o cizaña), apartándonos de él como la tentación.


Aunque la religiosidad pueda parecer que otorga vida, en realidad es un orgullo disfrazado que se asemeja mucho a la relación con Dios, pero no da frutos. Mientras que la religiosidad no brinda vida a otros, la relación con Dios sí lo hace, ya que nos conecta con la fuente de vida que es él.


Las pruebas tienen la capacidad de ablandarnos, limpiarnos o quitar las piedras de nuestro terreno (nuestra vida), permitiéndonos convertirnos en la expresión viviente de Dios. Nos vuelven humildes y más sensibles a los demás para servirles.



Para ilustrar este punto, consideremos el ejemplo de un padre de familia que, al enfrentar problemas financieros, pierde los estribos. Incluso la esposa tiene que advertir a los hijos que se acerquen con precaución, ya que su padre está de mal humor. Esto revela que este hombre ha depositado su esperanza no en Dios, sino en la bonanza financiera. La situación financiera se convierte en una tentación que lo aleja de Dios, haciéndolo renegar de él; esto se llama orgullo. En cambio, si la situación financiera lo impulsa a buscar a Dios, escuchar su dirección en el manejo del dinero, analizar sus prioridades y reconocer su dependencia de Dios, entonces esta prueba de fe lo acerca a Dios, desarrollando humildad y llevándolo a un siguiente nivel de fe.


Considerando esto, debemos agradecer por las situaciones difíciles. Estas nos llevan a valorar las cosas, las personas y a depender de Dios. Nos orientan hacia la presencia de Dios para comprender cómo salir de esas dificultades y salir completos, dando vida a otros. En otras palabras, salimos de las situaciones difíciles siendo humildes y dependiendo de Dios.


Las preguntas que debemos hacernos son: ¿Realmente dependemos de Dios o de nuestros recursos? ¿Durante las situaciones difíciles damos vida a otros o nos enfocamos solo en nuestra situación? ¿Somos humildes, buscando la ayuda de nuestro Padre, o somos orgullosos y obstinados, pensando que podemos resolverlo por nosotros mismos?


Escrito por Víctor Preza, basado en la prédica del 11/11/2023

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